| Title | : | Twice-Told Tales |
| Author | : | |
| Rating | : | |
| ISBN | : | 0375757880 |
| ISBN-10 | : | 9780375757884 |
| Language | : | English |
| Format Type | : | Paperback |
| Number of Pages | : | 432 |
| Publication | : | First published January 1, 1837 |
Twice-Told Tales Reviews
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"Es la negrura en Hawthorne lo que tanto me atrae y me fascina. Los grandes genios son parte de los tiempos" Herman Melville
"Los rasgos distintivos de Hawthorne son la invención, la creación, la imaginación y la originalidad y Hawthorne es original en todos los sentidos. Resultaría difícil señalar el mejor de todos estos cuentos; repetimos que son bellos sin excepción." Edgar Allan Poe
"El hombre de letras más oscuro de América".
Esta es la descripción más exacta que uno pueda encontrar sobre Nathaniel Hawthorne. Precursor de la literatura norteamericana moderna que se iniciara a principios del siglo XIX junto con los dos grandes autores que aportan las frases iniciales, supo forjar una notable carrera literaria, sobre todo muy especial en lo que a lo narrativo se refiere. Tal vez sus detractores pueden objetarle su prosa extremadamente y refinada, que muchos consideraban anticuada y ornamentada de un exagerado simbolismo no puede reprochársele la vigencia de novelas suyas como “La Letra Escarlata” o “La Casa de los Siete Tejados”.
Nacido en Salem y descendiente de John Hathorne (sin la w) que otra formara parte del infausto tribunal que cazaba supuestas brujas bajo el oscuro reinado del Puritanismo en el siglo XVII, supo distanciarse de esa herencia para encaminarse en una prolífica carrera literaria, aunque tal vez supo mantener ese otro costado de la realidad de las cosas que encierra lo oculto, lo siniestro y lo ominoso sin dejar de resaltar la belleza de la vida y la virtud de los hombres.
Estos “Cuentos dos veces contados” son una prueba fehaciente de ello. Para mantenernos entretenidos en sus historias, Hawthorne se vale de recursos bien efectivos como la anticipación a partir de un pequeño dato, una fisura oculta, que nos mantendrán expectantes para conocer el desenlace de la historia que usualmente se transforma en una verdadera alegoría, una enseñanza de vida o una moraleja edificante.
El libro se compone de catorce cuentos, algunos de ellos de una maestría notable. El más importante a mi entender es Wakefield, un cuento que anticipó nada menos que a Franz Kafka, con un personaje que da la impresión de ser un pariente lejano de Bartleby, el inolvidable escribiente creado por Herman Melville.
La singular decisión de Wakefield para salir de su casa y habitar otra alquilada previamente a una cuadra de la suya propia, abandonando a su esposa durante veinte años es realmente sorprendente, extraño y singular. El cuento es de por sí una verdadera gema literaria que releo constantemente.
Otro cuento realmente bueno es “El joven Goodman Brown” que narra la historia de un muchacho que en una travesía por el bosque se encuentra con el Diablo.
Tal vez desde el Fausto de Goethe que no se dibuja una imagen del diablo tan convincente para el lector como lo logra Hawthorne en este cuento, que me recordó mucho a esas historias fantásticas del gran autor alemán E.T.A. Hoffmann y creo que Hawthorne se inspiró en este autor para pertrechar esta historia. Algo parecido sucede en Ethan Brand, el joven en busca del Pecado Imperdonable y de su cruce con el calero Bartram y su hijo Joe. El final del cuento es digno de los mejores cuentos fantásticos que uno pueda leer.
Especial atención me produjo leer “La muñeca de nieve: un milagro infantil”, un cuento a mitad de camino entre la fábula infantil y la enseñanza moral que muchas veces nos dan los niños y que encierra la moraleja sobre lo que el resultado de las decisiones pueden afectar la vida de las personas.
Otros cuentos que me gustaron mucho fueron “Los retratos proféticos”, que encierra una historia de amor y crimen, “La marca de nacimiento”, que cuenta la historia de una joven que nace con la marca de una pequeña mano escarlata en su mejilla y el afán de su marido científico de extirpársela y que se emparenta tanto con la búsqueda de la perfección de tantas mujeres jóvenes de hoy, quienes encontrar en las cirugías estéticas la forma de la verdadera felicidad.
El cuento “La catástrofe del señor Higginbotham” está enmarcado dentro de lo que sería un predecesor del cuento policial, a partir de la historia que Dominicus Pike escucha sobre el asesinato de un renombrado comerciante.
Por último, otro de los cuentos estrella del libro: “La hija de Rappaccini”, una historia sobre un científico botánico y su bella hija Beatrice a la que Hawthorne dota de aura de diosa mitológica (es para mí una auténtica precursora de esa villana y enemiga de Batman llamada Poison Ivy, también conocida como Hiedra Venenosa). Inmensamente bella, es mortal para cualquier humano que la toque o perciba hasta su ponzoñoso aliento.
Vive en comunión con el enorme jardín creado artificialmente por su padre y no conoce otro mundo, hasta que se encuentra con el joven estudiante Giovanni Guasconti. Con el correr de la historia conocerá a Beatrice y su mortal secreto, pero por alguna razón le será inmune y a partir de allí el relato tendrá un cambio radical cuyo final el autor se encargará de esclarecer con creces.
Los cuentos restantes no me agradaron tanto como estos que he detallado pero no por ello significa que sean de menor calidad; todos son realmente originales y únicos.
Nathaniel Hawthorne sigue deslumbrándome con el inigualable brillo de su oscuridad de la misma manera que lo hizo con Herman, Edgar y e infinidad de lectores hasta el día de hoy. -
Twice Told Tales is a two-volume collection of thirty-nine Hawthorne’s pieces, consisting of short fiction, allegories and narrative essays. Originally issued in 1837 and 1841 (nine years before the publication of his "breakout" work The Scarlet Letter), these volumes take their name from the fact that all the tales contained herein are “twice-told” in the sense that each had been published before, almost all anonymously, in journals of the time (many in The Token and Atlantic Souvenir.
Although only half of these stories are first-rate in execution, and little more than a third worthy the name of “classic”—I would include “The Gray Champion,” “The Wedding Knell,” “The Minister’s Black Veil,” “The Maypole of Merrymount”, “Wakefield,” “The Hollow of the Three Hills,” “Dr. Heidegger’s Experiment,” Legends of the Province House (all four connected tales), “The Haunted Mind,” “The Ambitious Guest,” Peter Goldswaithe”s Treasure,” and “Endicott and the Red Cross”—still, the cumulative effect is more than the sum of the parts.
The greatest gift the reader receives by reading all of these tales—including the sometimes too superficial vignettes and too obvious allegories—is an intimate acquaintance with the young Hawthorne: brooding, reflective, with a profound interest in both colonial and revolutionary history, given to solitary walks and meditations, and yet warm-hearted and forever open to the rich variety of human life that New England town life had to offer.
Highly recommended. -
Hawthorne has always freaked me out a bit. I say that with respect, but he and Washington Irving remind me of chilly October nights, full moons, rustling leaves, and scarecrows. In other words, New England. In this collection of tales, Hawthorne lures the reader in with parables of good versus, well you know what. Very Puritan-ish.
It was old Esther Dudley, who had dwelt almost immemorial years in this mansion, until her presence seemed as inseparable from it as the recollections of its history.
These are tales, not stories. Perhaps one needs to have some Salem Witch Trial blood (which Hawthorne did) to produce such works. My poor battered copy sits defiantly on the New England shelf, knowing it harbors original strangeness.
Book Season = Autumn (Pilgrims wear black) -
Empecé este volumen con mucho escepticismo, antes había leído Wakefield y no me entusiasmó tanto como a Borges, pero decidí darle una segunda oportunidad, arriesgar tiempo y energías en la obra de un autor que nunca me llamó la atención pero del que sabía, por la crítica académica y por cultura general, que era central en la tradición norteamericana. Desde fuera, siempre lo vi como un autor cursilón, aburrido o fiel devoto a las parrafadas y metafísicas. Me equivoqué. Más de un mes después de esa primera incursión, sólo me queda gratitud y asombro.
La genialidad de Hawthorne tiene muchas facetas. Es un universo inabarcable y fértil. Profundamente generoso en alegorías, hipótesis e imágenes. Al inicio, como cualquier clásico, cuesta agarrar su ritmo, seguir esa parsimonia afilada y templada, exquisitamente premeditada que, como en una ilusión, dota a cada palabra de un aparente fin exacto, y eso puede chocar si el abordaje se ejecuta desde una lectura fragmentaria, como la actual, tan acostumbrada a las elipsis. Pero una vez superado ese desfase, el oro que muestra y a la vez oculta Hawthorne es invaluable, inolvidable, inagotable y hasta indescriptible.
Sin artificios estilísticos o juegos de forma como los de Faulkner y Joyce, y sin cuestionar nunca las convenciones literarias de su época, compone una variedad escandalosa de relatos magistrales sobre el paso del tiempo y sus consecuencias en la condición humana, sus paradojas, sus ironías y sus secretos.
Lo efímero y lo eterno se conjugan en los cuentos de Hawthorne de tal modo que todos los sentimientos, los recuerdos, los anhelos y las acciones de sus personajes aparecen enmarcados en un vaivén de nacimiento y muerte, de agonía y éxtasis, sujetos siempre a la erosión de los años y al cambio inevitable, al paulatino agotamiento de su mundo y al incesante y apasionado ascenso de otro, distinto y nuevo.
Todos los cuentos están poblados de personajes que ven o recuerdan el fin de una época. Y aunque a veces parece que el cuento es simplemente una ironía al progreso (como «La hija de Rappaccini», «La marca de nacimiento» o «El experimento del Dr. Heidegger») o a algún mito religioso (como «El ferrocarril celestial», «El velo negro del pastor» o «Ethan Brand») o una evocación histórica (como «El gran rostro de piedra», «El ruego de Alice», «El joven Goodman Brown», «El mástil de mayo de Merry Mount», «La vieja Esther Dudley» o «El manto de lady Eleanore») o una alegoría misteriosa (como «La hondonada de las Tres colinas», «Wakefield», «Los retratos proféticos», «El holocausto del mundo», «El artífice de la belleza», «Feathertop» o «El huésped ambicioso») o incluso la persecución de un secreto (como «La catástrofe del Sr. Higginbotham» o «El tesoro de Peter Goldthwaite»), siempre hay un matiz, en el tono o en la misma trama, que encuadra el relato en la dialéctica de lo que perdura y lo que cambia o se va.
Pero como todo gran clásico, sus cuentos son también una despedida. Un adiós recio y melancólico a los miedos de la vieja sociedad puritana, a sus angustias religiosas, a sus silencios y supersticiones, a esos tiempos de brujas y aquelarres que, por más que aún persistan como anécdotas en la cultura popular, en general fueron desplazados para siempre por el ferrocarril, las máquinas, la especulación financiera y los experimentos científicos.
No obstante, el desplazamiento no es luminoso ni liberador. En casi todos los cuentos de este volumen, los mitos se acaban, el miedo a lo desconocido se desvanece, la razón triunfa con sus explicaciones e inventos, pero algo sagrado, un lazo común entre la humanidad y la naturaleza, de pronto se esfuma.
Todo se torna material y acumulable, y los frenos morales, otrora imponentes y sádicos, pierden vigencia y se esconden entre el folclor del pueblo y la memoria caprichosa de los ancianos. Ya nada está prohibido, todos los secretos del mundo pueden ser descubiertos.
El secreto del movimiento de las cosas. El secreto del dinero. El secreto de la vida, de las enfermedades y de la muerte.
Pero esta promesa, como nuy bien lo muestra Hawthorne a lo largo de todos sus relatos, esconde una trampa. El pensamiento lógico-científico ha desplazado al pensamiento mágico-religioso, ha desencantado al mundo hasta convertirlo en un páramo lleno de vanidades, donde lo sagrado es leyenda y lo moral residuo, pero no ha resuelto el asunto central.
Han cambiado las gramáticas, pero el pilar sigue siendo el mismo.
De ahí que Hawhorne trate con sarcasmo a los inventos tecnológicos, a los compradores de bonos y en especial a los científicos. Con formidable maestría nos expone que, a pesar de todo y a pesar de tanto, la fuerza medular que empuja la ambición de estos hombres o la frenética construcción de esas máquinas sigue siendo la misma que empujaba a los viejos a quemar mujeres, a experimentar o a independizar un país: la fe.
La fe en Dios. La fe en la patria. La fe en el arte. La fe en el progreso. La fe en la ciencia. La fe en nosotros.
La fe en que, tarde o temprano, todo pasará.
Hawthorne compone veinticuatro cuentos (son veintiséis, pero dos son para el olvido) imbuidos de una nostalgia parca por los tiempos idos (tejida por el deseo de comprender los sentimientos de esas gentes del pasado y por mostrar la cualidad siniestra y ficticia de su fervor) y de un escepticismo sarcástico por el futuro (definido por la seriedad científica, la ausencia de amor, la utopía y la acumulación infinita de dinero), donde la única salida, la única fuente fértil e inagotable de movimiento y creación, de mito y magia, de presente perpetuo, es la trama del cuento y el ingenio, el juego, la deliciosa estrategia con que la narra.
Así, a lo largo de todos estos cuentos, Hawthorne pareciera decirnos que, frente a la nostalgia y la incredulidad, la única vía de escape es y siempre será la fiesta, el juego, la ilusión, la magia, la ficción.
La literatura. Ese duende inasible que produce artilugios tan perfectos como estos. Ese último refugio religioso de vida sin tiempo. Esa fiesta eterna a donde siempre podemos volver en busca de energía y música.
La literatura, la única ficción que, a diferencia del pasado y del futuro, brilla y no enceguece.
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Por supuesto, hay más. La veta de Hawthorne es inagotable. Cada relato suyo da para una reseña larguísima. Y aún así siempre quedará la sensación de que él lo dijo mejor sin necesidad de nada más. Definitivamente da para varias relecturas, y estoy seguro que estos cuentos me acomparán toda la vida.
Me quedo con todos salvo dos que me parecieron pésimos: «Mi pariente, el mayor Molineux» y «El dulce niño».
Y de todos, por ahora me quedo con «El artífice de la belleza», «El ferrocarril celestial», «La catástrofe del Sr. Higginbotham», «El holocausto del mundo» y «Los retratos proféticos». Creo que con estos cinco cuentos uno tranquilamente puede dejar de leer libros para siempre y dedicarse a otras cosas. Así de radical, así de geniales.
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Léanla con una botella mediana de Jack Daniel's Tenesse Honey 🥃 y escuchando, entre cuento y cuento, «In The Dark Hours» de Anon Berg 🎶
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I could never write a better review for this truly beautiful book than Mr. Longfellow did in 1837, so I quote him...
To this little work we would say, "Live ever, sweet, sweet book." It comes from the hand of a man of genius. Every thing about it has the freshness of morning and of May. These flowers and green leaves of poetry have not the dust of the highway upon them. They have been gathered fresh from the secret places of a peaceful and gentle heart. There flow deep waters, silent, calm, and cool; and the green trees look into them, and "God's blue heaven." The book, though in prose, is written nevertheless by a poet. He looks upon all things in the spirit of love, and with lively sympathies; for to him external form is but the representation of internal being, all things having a life, an end and aim....
One of the most prominent characteristics of these tales is, that they are national in their character. The author has wisely chosen his tales among the traditions of New England; the dusty legends of "the good Old Colony times, when we lived under a king." This is the right material for story. It seems as natural to make tales out of old tumble-down traditions, as canes and snuff-boxes out of old steeples, or trees planted by great men. The puritanical times begin to look romantic in the distance. Truly, many quaint and quiet customs, many comic scenes and strange adventures, many wild and wondrous things, fit for humorous tale and soft, pathetic story, lie all about us here in New England.
Another characteristic of this writer is the exceeding beauty of his style. It is as clear as running waters are. Indeed he uses words as mere stepping-stones, upon which, with a free and youthful bound, his spirit crosses and recrosses the bright and rushing stream of thought. -
Hablar de Nathaniel Hawthorne es hablar de los orígenes mismos de la literatura estadounidense. Nuestro autor nació en Nueva Inglaterra cinco años antes que Edgar Allan Poe y treinta y un años antes que Mark Twain. Su literatura es por tanto, fundadora de una escuela nacional que culmina un siglo después con los maestros del gótico sureño. Una frase de Shakespeare dice: "La vida es tan tediosa como un cuento contado dos veces" y de ahi proviene el irónico titulo de esta colección de relatos (1837), el primero en la carrera del escritor.
En retrospectiva, muchos críticos podrán decir que estos cuentos tempranos de Hawthorne no presentan las cualidades que sus contemporáneos europeos (o su compatriota Edgar Allan Poe) estaban desarrollando. En efecto, si comparamos los cuentos de Poe con los de Hawthorne, encontraremos que el primero es mucho más elegante, extendido e intenso (el poderío de Edgar Allan Poe con las letras puede ser avasallador y sus deslumbrantes cuentos tan bien escritos pueden opacar a cualquiera). No obstante, la mayor sencillez de Hawthorne, su romanticismo obscuro, su falso puritanismo y sus parábolas de interpretación abierta, fueron lo suficientemente convincentes para ganarse el respeto de su brillante colega y de todo el mundo literario de su época.
"Cuentos contados dos veces" contiene veintiséis relatos y la mayoría de ellos son breves y directos, presentando las suficientes descripciones y reiteraciones para que un lector primerizo no los encuentre complicados. En el mundo rural que describe Hawthorne, los personajes son sombríos e insignificantes, pero sus vivencias proporcionan una gran revelación que iluminará su metódica monotonía. Para reforzar sus mensajes el autor se puede valer de sucesos fantásticos e inverosímiles, pero al final ofrecerá una coherencia formal e ideológica no exenta de critica social.
En estas historias los templos son escenario de sucesos inesperados, las bodas traen malos presagios y las personas comunes son dadas a la imaginación supersticiosa. Los personajes menos convencionales (como predicadores, jueces, viudas y hombres de ciencia) se convierten en celebridades, constituyendo la principal fuente de comidilla para el pueblo.
El cuento más conocido de esta colección es el enigmático "Wakefield", una historia corta y sencilla, pero difícil de interpretar y encasillar. Trata sobre un hombre que toma como pretexto un viaje para separarse de su esposa; entonces renta un cuarto en la calle siguiente y se toma veinte años en regresar (aunque parece que ya adelanté el final del relato, ningún spoiler puede echarnos a perder esta lectura ya que el propio Hawthorne lo cuenta desde el primer párrafo. Lo interesante es conocer el motivo por el que un hombre se comportaría de esa manera). "Wakefield" tiene toda la apariencia de ser un cuento psicológico, muy adelantado a su tiempo pero también podría asociarse con elementos fantasticos. Dice Borges que "Wakefield" prefigura a esos personajes de conducta extraña como "Bartleby" de Herman Melville.
"El experimento del Dr. Heidegger" es un cuento mucho más sencillo y de índole fantástica que trata sobre la fuente de la eterna juventud y el irracional apego de ciertos seres por la lozanía y el arrebato juvenil.
"La catástrofe de Mr. Higginbotham" (También conocido como "El asesinato de Mr. Higginnbotham") no es un cuento negro, sino una sátira a aquellas personas que encuentran placer desmedido en el cotilleo (chisme), esparciendo sin escrúpulo noticias de las que ni siquiera tienen la seguridad de que sean ciertas. El escritor mantiene el misterio gracias al goteo de información contradictoria que mantiene al lector en vilo. Por si fuera poco, el final no será el que cabría esperar.
Otro cuento célebre es "El repique nupcial" (también conocido como "Una boda extraña") que narra el enlace entre dos personas mayores y en donde ocurren las situaciones inverosímiles y macabras que nos hacen confundir el género fantástico con el costumbrista.
"La hija de Rappaccini" es un magnífico relato que inspiró una adaptación teatral escrita por Octavio Paz. Aquí se hace evidente el gusto de Hawthorne por la mitología y las leyendas clásicas. En un ambiente surrealista, un joven estudiante se enamora de una femme fatale; hija de un cuestionado y poco escrupuloso doctor que obtiene sus remedios a partir de plantas venenosas. Este amor esta maldito, pues la toxicidad de las plantas se ha extendido al organismo de la doncella, quién se convierte en un ser involuntariamente peligroso. En lo literario, el autor se prodiga con mayor elegancia y profundidad descriptiva, dando la impresión de mayor madurez.
Quizás el cuento que genera más inquietud es "El velo negro del pastor" y como su título indica, trata sobre un predicador que de la noche a la mañana decide usar un velo que cubrirá sus ojos hasta el final de su vida. Aquí encontraremos la cualidad simbólica por la que nuestro cuentista es tan famoso. Hay escritores que son todo cabeza (psicología) como Dostoievski o Henry James; hay escritores que son todo humanidad (actitudes, gestos, ademanes) como Charles Dickens, y hay otros escritores más gráficos que otorgan un poder simbólico a ciertos objetos y anomalías. Hawthorne es uno de esos últimos, pues otorga el soplo divino a lo inanimado y convierte la gran anomalía en el detalle que le da sentido al cuento. En este caso el velo negro que según la liturgia "separa el tiempo de la eternidad", se convierte en un objeto siniestro que separa al pastor de sus temerosas ovejas. La clave para su lectura radica en descubrir si nuestro protagonista utiliza el velo para no ver, o -por el contrario- para no ser visto.
En resumen, los sencillos cuentos góticos y románticos de Nathaniel Hawthorne seguirán siendo del agrado de los lectores de nuestro tiempo. Sus originales historias basadas en curiosas y macabras situaciones despertarán la curiosidad del lector ocasional e incluso de los avanzados. Quizás su competidor más directo haya sido E.T.A. Hoffmann y no tanto Poe. Por último, al leer cuentos como "El velo negro" y "Wakefield" queda claro que Hawthorne fue una importante influencia para Franz Kafka. -
Free download available at
Project Gutenberg.
You may read online at
DailyLit.
Contents:
THE GRAY CHAMPION
SUNDAY AT HOME
THE WEDDING-KNELL
THE MINISTER'S BLACK VEIL
THE MAYPOLE OF MERRY MOUNT
THE GENTLE BOY
MR. HIGGINBOTHAM'S CATASTROPHE
LITTLE ANNIE'S RAMBLE
WAKEFIELD
A RILL FROM THE TOWN-PUMP
THE GREAT CARBUNCLE
THE PROPHETIC PICTURES
DAVID SWAN
SIGHTS FROM A STEEPLE
THE HOLLOW OF THE THREE HILLS
THE TOLL-GATHERER'S DAY
THE VISION OF THE FOUNTAIN
FANCY'S SHOW-BOX
DR. HEIDEGGER'S EXPERIMENT
LEGENDS OF THE PROVINCE HOUSE
THE HAUNTED MIND
THE VILLAGE UNCLE
THE AMBITIOUS GUEST
THE SISTER-YEARS
SNOWFLAKES
THE SEVEN VAGABONDS
THE WHITE OLD MAID
PETER GOLDTHWAITE'S TREASURE
CHIPPINGS WITH A CHISEL
THE SHAKER BRIDAL
NIGHT-SKETCHES, BENEATH AN UMBRELLA
ENDICOTT AND THE RED CROSS
THE LILY'S QUEST
FOOTPRINTS ON THE SEASHORE
EDWARD FANE'S ROSEBUD
THE THREEFOLD DESTINY -
As precious a book to me as there is. Each story gently folds back layer by layer revealing a hidden truth or fear or hope or love at it's heart. Though written in the early 1800's, the sense and perspective is not strictly masculine. Hawthorne inhabits and coveys both genders with equal delicacy and strength. Can be read as simple entertainment or left on the tongue to discern deeper flavors than readily apparent. Such a master of the short story form that to write anything longer seems a waste of time...until you read the Scarlet Letter or House of the Seven Gables...both wonderful and conveying the same majesty of narration and smooth drifting prose. Pity if we forget the masters.
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3.5 stars (rounded up to 4) for Twice-Told Tales by Nathaniel Hawthorne.
This is a collection of short stories that I read for a Classic book BINGO challenge I’m working on this year.
It was Hawthorne’s first published work, and it was good. Edgar Allan Poe named Hawthorne as the father of an “entirely new genre in American literature, … called the short story” in an essay in Graham’s magazine when Twice-Told Tales was released in an expanded edition in 1842. In the afterword for this edition, Hawthorne received praise from his contemporary Longfellow and later from Poe and Henry James - not too shabby.
Short stories are generally hit or miss for me - most of these are great, but a few missed the mark.
Looking back at the contents, some of the more memorable stories for me are:
The Prophetic Pictures
Fancy’s Show Box
Dr. Heidegger’s Experiment
The 4 Legends of Province House stories - kind of the heart of the collection- right in the middle
The Sister Years
The Seven Vagabonds
and Peter Goldthwaite’s Treasure
There is a wide range of themes here - primarily fantasy, ghost stories, morality, life and death, and social commentary.
The quality of Hawthorne’s writing is superb. He wrote vivid descriptions and he pulled me right in as a reader to most of the stories. I read most of them in about 20-30 minutes each.
I recommend this short story collection for someone looking for quality/solid writing. I plan to revisit these stories again some day. -
Very rarely does one pick up a book at the exact time they’re supposed to read it. When this happens the reader is elevated to more than a mere reader, they share a spiritual life with the characters on paper. This was the case as I read “Twice-Told Tales” by Nathaniel Hawthorne. All the stories in this book are catches for the untrained juggler of my present catastrophes. You see, I have been dealing mentally and emotionally as best I can with the reality of being male in such an anti-male climate as ours at the end of 2017 and this book offers insight into the fundamental differences between the general soul of man and woman. It deals with eternal themes of human conflict and affliction, the burden of understanding, and the frailty of dreams when time comes for the dreams to come to fruition.
In the story “David Swan” we find a young man who falls asleep and is thus unaware of the opportunities that enter into his life. In the story of “The Great Carbuncle” we find a quest gone awry for a number of seekers and the only two who are not doomed are they that put aside the idealization of the find. Well, of course, there is a cynic in this same story who you could say survives if you are to be generous, but he changes that it’s as almost as if he might as well be dead. His spectacles are gone and with that loss his perception of the world is decimated. The lucky couple who set aside the highest ambition are still much the same people if only a little more aware of the pitfalls of success, but I digress. In the story of “The Sister Years” we find what might be deemed a conversation between nihilism and hope. The old year talks to the new year offering an account of bleakness and blackness. In “Dr. Heidegger’s Experiment” we discover the trappings of youthful oblivion. The wisdom of age evaporates once the wheels of potential are back in motion. Come the story of “Peter Goldthwaite’s Treasure” we recognize the hereditary damage of greed but on the hopeful side we come to reconcile the ancestor’s ambition with their descendant’s future by means of an unintentionally supplied road-map of what-not-to-do or of what-to-do-differently. There are plenty stories in “Twice-Told Tales” that fill the mind with thought.
Some of my favorites are “Chippings With a Chisel”, which deals with mourning and how best to go about it, and “The Gentle Boy”, which is about as far as I can ascertain the social disconnect birthed between the outside world and boyhood whenever that boyish nature comes into its thinking self foretelling a destination of manhood that speaks threat to congregational obedience. There are other stories in the twice-told tales that are wonderful and thought-provoking but for whatever reason I don’t feel like analyzing them too much just yet.
All in all Nathaniel Hawthorne’s “Twice-Told Tales” are a magnificent collection of short stories. They touched me and made me think clearer about things that have been weighing on my mind. This is the second book of Nathaniel Hawthorne’s that I have read, the first being “The Scarlet Letter”, and I am hopeful to read more of his works. There is something in Hawthorne’s words that speaks rather powerfully to me. I cannot quite surmise my gratitude to this book. It is a book of genius in the sense of understanding life as a lesson. There are hinted at warnings throughout this book but there are also blessed descriptions of opportunities if you pay attention whilst reading. I recommend this book to everyone but most of all to people who are mad that the world is in such pointed conflict nowadays. I think this book will help shed light on why these conflicts arise seemingly out of nowhere as they do. It’s a worthwhile read. -
I remember adoring Hawthorne in my graduate school days - especially The House of the Seven Gables - so I decided to revisit the author and read this collection of his short stories and essays, Twice Told Tales. It is November, and I think Hawthorne is best read in the fall, for there is something autumnal in his romantic musings.
There are 36 stories in this collection, ranging from fiction to what I would call short essays, since they express the author's reflections on an observation, be it a church steeple from a window ("Sunday at Home"), snow birds on a winter day ("Snowflakes"), a dark and stormy night ("Night-Sketches") or the Atlantic beach on a sunny September day ("Footprints on the Seashore"). The stories are set in New England, and many of them explore the region's Puritanical roots.
Hawthorne is considered an author of "Dark Romanticism," but I find him deeply introspective (rather than brooding) and spiritually optimistic. While his stories do examine the nature of sin, evil and humanity, they also seek beauty and spiritual truth and constantly challenge the rigid thinking that was prevalent in the nation's history, continuing up through Hawthorne's day (and, I would argue, to this day still).
The stories range from heartbreaking accounts of human cruelty ("Gentle Boy") to hilarious romps such as "Mr. Higginbotham's Catastrophe" - one of my absolute favorites. I also enjoyed "A Rill from the Town Pump," told from the perspective of a town's water pump, who blames the world's woes on liquor, tea and coffee:
"In this mighty enterprise the cow shall be my great confederate. Milk and water - the TOWN-PUMP and the Cow! such is the glorious copartnership that shall tear down the distilleries and brewhouses, uproot the vineyards, shatter the cider-presses, ruin the tea and coffee trade, and finally monopolize the whole business of quenching thirst. Blessed consummuation! Then Poverty shall pass away from the land . . . Then Disease . . . shall gnaw its own heart and die. Then Sin, if she do not die, shall lose half her strength."
Another must-read, especially as we head into 2013, is "The Sister Years" - a scathingly humorous personification of the Old Year and the New Year. This is one I wish I could just blog in its entirety. I love this advice from Sister Old Year to Sister New Year:
"I must bid you farewell, earnestly advising and exhorting you to expect no gratitude nor good-will from this peevish, unreasonable, inconsiderate, ill-intending and worse-behaving world. However warmly its inhabitants may seem to welcome you, yet do what you may and lavish on them what means of happiness you please, they will still be complaining, still craving what it is not in your power to give, still looking forward to some other year for the accomplishment of projects which ought never to have been formed, and which, if successful, would only provide new occasions of discontent. If these ridiculous people ever see anything tolerable in you, it will be after you are gone forever."
Also included in this collection is the classic "The Minister's Black Veil," a brilliant exploration of the dangers of an ascetic life and cutting oneself off from humanity. All of the stories are truly remarkable, and I have pages of highlights. These are tales I will revisit again when looking for inspiration or even just a good laugh at life's absurdities.
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Hawthorne dislikes Puritanism but can’t escape its preoccupations.
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I have been nibbling away at this volume for the last month or so, reading one story each night, and I found it an interesting way to re-enter a time in this land largely before the colonies had attained independent status. While some of Hawthorne's tales are set in the early 19th and later 18th centuries, most are placed in the years prior to the mid-18th century and even in the last part of the 17th.
What kind of reader might find these of interest? Anyone who might be at all curious about what "things were like" between 250 and 350 years ago, for one thing, a time long before big cities, paved highways, or anything approaching rapid communications. Hawthorne is a lovely writer, and his pages often contain pictorial representations of the people, houses, and woodlands of this now long-ago time in ways that are interesting and even enchanting.
One of his stories takes place on an evening as a snowstorm begins to fall, and his description of its slow accumulation, together with the scattered bare spots caused by swirling, mischievous winds, and the little town spread out around him gradually becoming enshrouded in white is lovely and, for a brief while, that little place now long gone lives again!
He has a few ghost stories in this volume, too, although much tamer -- and in a way much more interesting -- than the scarier, often bloodier, ones that pass for popular entertainment today.
These were vastly simpler times in many ways, and yet the same kind of struggles we know today existed then, too, if often much more in the open "for everyone to see" because the towns and villages were so much smaller and anonymity impossible.
Some of the characters here are Puritans, a people we remember (if at all) as being prudish and strict but who, in reality, were just people trying to make a go of it in a world that they regarded as often hostile and filled with the kind of temptations that could make one's life go seriously astray.
When I was a boy and a young man I loved science fiction, not least for the stories in that genre that featured some kind of time travel. Hawthorne here gives us an adult version of time travel, but in his words the times we travel to are not only in the lost past, but also were once true.
This book is a great reminder of the incredible adventures that can lie between just two simple, technologically "outmoded," paper covers! -
2.5
Two or three of the tales were 5 stars, most were 2.5/3, and then a few really bad ones. -
I love this book! Everything about it is perfect. The preface, the introduction, the author bio, and every single story. I only wish there were another 100 stories - I didn't want it to end. It most certainly isn't an easy read. I don't think it is any secret that Hawthorne is dense and tough to read. He can say in a beautiful fifty word sentence what a contemporary author would say in ten. And he says it all backwards and upside down. Half of reading Hawthorne is solving the puzzles that each of his sentences resemble. But I'm a classics geek and I couldn't get enough of it. I think it helped that they were short stories which makes it easier to put the book down after a couple of exhausting stories, knowing that when you pick it up again you will be starting fresh with a whole new story. I'm not sure whether I'm up to The Scarlet Letter, which I vaguely remember hating in high school, or The House of Seven Gables quite yet, but if another hundred short stories were suddenly unearthed somewhere, sign me on. This book is a beautiful introduction to Nathaniel Hawthorne.
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Hawthorne is a master storyteller and excells in the short story form, much like Poe. In fact, Poe fans would appreciate Hawthorne's stories more than other folks due to their similarities. Poe, as a critic, despised most literature he reviewed, but was a fan of Hawthorne because of the way he used words. As Poe stated in his literary theory, he believed every word in a story is important because each word should move the story forward. Hawthorne's works do just that, especially the short stories. Highly recommended!
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OMG, Hawthorne is really the writer who can cut in deeply. His writing is so emotional. I loved his Twice-Told Tales. He's become my "go to" author when I want to sink into another world. Many of his stories are set in Massachusetts or Boston in 19th century, of course. A real escape to the past in imagery and style. Love it.
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I loved these short stories. This was the type of read that has stayed with me for a long time. The whole tone of the book is very New Englandy and as usual with Hawthorne his focus is on the moral struggle of early Americans, with a strange gothic twist - one of my favorite books ever.
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"The Minister's Black Veil" is an exceptional, 5-star story. The other stories in this collection are pretty stultifying. I read through 34 stories, over 400 pages, hoping to find another such gem, but it was not to be. Having read 2 mind-numbing novels and these similarly dry stories, my acquaintance with Mr. Hawthorne is officially over.
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Colección de cuentos, parábolas, divagaciones y esbozos de costumbres y creencias de la América del siglo XIX. Entre la atmósfera enigmática y un romanticismo paciente. Hawthorne tiene una maravillosa prosa.
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I read this collection one story a night over a couple of months, which is definitely the way to tackle it. While I can't say I loved every story in the collection, the compounded effect on my emotions was that of a rolling snowball that starts small, and by the bottom of the hill ends up taller than I am. Twice-Told Tales is...definitely taller than I am. And not just because I'm doubled over from the emotional gut punches.
The stories that didn't make my favorites lists tended to be more allegorical, sort of over-the-top moralizing fairy tales. Surprisingly (to me), I most loved the contemplative, observational slice-of life essays, particularly "Chippings with a Chisel" and "Foot-Prints on the Sand." I also enjoyed the (unexpected?) turns to humor in "A Rill from the Town Pump", "Mr. Higgenbotham's Catastrophe", and "David Swan". As a perennial fan of the gothic and macabre, I appreciated the hightened emotions and deft storytelling in "The Minister's Black Veil", "The Wedding Knell", "Lady Eleanore's Mantle", "Dr. Heidegger's Experiment," and "Peter Goldthwaite's Treasure". Finally, the twists in "The Three-Fold Destiny" brought the collection to a fitting close.
Most of all, I appreciated recognizing the seeds of writerly obsession for Hawthorne's later novels. Definitely recommend this collection for sipping and savoring. -
I wish I could find the NYT article that prompted me to bookmark this as a must-read. It was among several listed as quintessential to understanding the human race (or, alternately, our times, our country, our planet... will eventually find the thing).
Hawthorne's language comes off as a bit stilted, but the tales, myths and legends themselves stand the test of time. They resonate with life lessons on such topics as humility, greed, and pride while channeling the cultural vibe and attitudes of early New England so perfectly. Most could be described as cautionary tales, sometimes bordering on the creepy. This perception was validated when my exploration of the work turned me onto the fact there's a 1963 horror movie of the same title starring Vincent Price. Hunting that down next. -
A collection of previously published short stories by Nathaniel Hawthorne, issued in 1837 and revised and expanded in 1842. The 1837 edition consisted of 18 stories; the 1842 enlargement brought the total to 39. Stories such as “The Gray Champion,” “The May-Pole of Marymount,” “The Gentle Boy,” and “Endicott and the Red Cross” reflect Hawthorne’s moral insight and his lifelong interest in the history of Puritan New England. Among other tales are the allegorical “The Ambitious Guest”; “The Minister’s Black Veil” and “Wakefield,” psychological explorations of sin and guilt.
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I've generally liked Hawthorne's short stories and novels, so I picked this up at a used bookstore hoping it would be similar. Unfortunately, this collection is heavy on the "sketch" and light on the "story." Hawthorne admits this in his introduction, so I feel somewhat guilty rating it so low. The slices of early American life are interesting and valuable, but I would recommend a very slow reading, maybe one story every other week while you read something more substantial.
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Hawthorne is wonderful with short stories. While I've definitely hurried through some of the stories to get to others, most of the stories are delightful. Some personal favorites would be Wakefield, David Swan, and The Minister's Black Veil.
